viernes, 30 de marzo de 2018

Chica-estrella

Miro hacia atrás y solamente veo a una chica sumergida en una niebla gris que poco a poco se vuelve negra. A veces todo está tan oscuro que ni siquiera veo a la chica. Es raro, porque esa chica es una chica de colores muy brillantes. Pero nada, no está, o no quiere estar. No puedo verla. Se esconde, o puede que algo más grande la esté escondiendo o la esté obligando a esconderse. 
También veo decadencia y veo dolor. Y veo incapacidad. Indiferencia. Sobre todo desesperanza. Y todo eso me pone triste porque la chica de los colores brillantes totalmente sumida en espirales oscuras era yo.

A veces sueño con ella y lloro. Me da miedo que vuelva.

Todas las fotos de entonces son como un vacío en el pecho y una voz que dice qué jodida estás. Todo parece difuminado y no hay sentimientos por ninguna parte. Solamente un hueco enorme donde debería haber habido vida. 

Me gustaría abrazarla y decirle que ya me estoy encargado de todo y que la etapa de curación va ser larga pero va a merecer la pena. Pero para qué, si tenía la mirada vacía y el corazón vacío y el alma ausente. Para qué.

También me gustaría decirle que está siendo muy valiente y que no pasa nada si está enferma, que yo la voy a querer igual y la voy a querer siempre. Incluso cuando la odiaba. 

Tendría que haberme esforzado más en cuidarla y menos en hacerla sentir pequeña. Tendría que haberla alejado de todo lo que la hacía sentir siempre fuera de lugar.
De las personas con espinas y de sus comentarios venenosos.
Tendría que haberle explicado que a veces da igual no encajar en ninguna parte porque quizá tenía que seguir buscando en lugar de quedarse en lugares que amargan.
Tendría que haberle contado que no se está tan mal sola y que sola es como más libre iba a ser. 

Pero creo que ya se dio cuenta ella sola.


Porque las chicas llenas de estrellas brillan más cuando está oscuro y aunque nadie más esté mirando. 




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