miércoles, 23 de marzo de 2016

Polvo en el viento.

Sostenme la sonrisa hasta que encuentre motivos para reír de verdad. O vente a buscarlos conmigo.

Ha dejado de llover aquí dentro y todavía noto cómo las gotas se escurren por el cristal que me cubre los pulmones. Me recuerdan a las carreras que hacíamos mi hermano y yo con la lluvia en las ventanillas del coche de mi padre. Nos reíamos tanto que nunca supimos quién ganaba. Tengo la impresión de que mi lluvia siempre es la más rápida -y la más devastadora-, pero sólo puedo decirlo después de muchos años de tormentas emocionales, así que puede que no fuera así en aquel entonces.
En mis lluvias torrenciales sigo viéndonos caminando de la mano, y me besas, y nos mojamos, y qué importa que el mundo se esté yendo a pique.
El caso es que nuestros labios se han quedado entre mis cristales y ya no me queda valor para escribir sobre ellos. Pero te prometo que en mi estómago los noto como gorriones haciéndome cosquillas y llenándolo todo de plumas pardas y canciones con una letra que se escapa a mi entender.